10 recetas contra el cambio climático

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El mundo necesita emprender acciones más rápidas para contener el cambio climático y evitar sus efectos más adversos. Retrasar la aplicación de estas medidas hasta el 2030 supondría confiar en el milagro de disponer de tecnologías para sacar de la atmósfera los gases invernadero sin que aún tengamos garantías de su éxito. El nuevo informe de los expertos de la ONU sobre cambio climático considera que por ello es necesario imprimir un cambio al modelo energético para sustituir los combustibles fósiles por otras energías bajas en carbono. El cambio es urgente pero factible económicamente si se valoran riesgos y oportunidades, dice la ONU. El documento, el tercero de la trilogía presentada este año por el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de la ONU (IPCC), persigue servir de guía de las opciones que tienen los países para abordar las acciones para mitigar el calentamiento. El documento es también una referencia de cara al acuerdo mundial para reducir los gases invernadero que se debe cerrar el 2015 en París en la negociación del cambio climático. 



REBAJAR LOS GASES UN 40%-70% PARA EL 2050. 
Los expertos del IPCC marcan como objetivo clave que la temperatura del planeta no suba más de dos grados centígrados por encima de la registrada en la época preindustrial, para evitar las catástrofes climáticas (olas de calor, subidas de nivel del mar, inundaciones?). Pero para alcanzar esta meta ( que supone estabilizar las concentraciones de gases en la atmósfera en 450 partes por millón de CO 2 equivalente), habría que recortarlos entre un 40% y el 70% para el 2050. Incluso, se habla de reducir a cero esas emisiones para el 2100; pero no como se debe repartir el esfuerzo por países. 



ACCIÓN URGENTE PARA NO DEPENDER DE ‘MILAGROS’. 
Demorar la acción obligaría a depender en el futuro de tecnologías inciertas. «Si los países se retrasan, tendrá que desplegar opciones poco probadas», dijo Ottmar Edenhofer, uno de los copresidentes del grupo de trabajo sobre mitigación del IPCC. «No podemos esperar y a apostar todo a que aparezca una futura solución tecnológica milagrosa», opinó Christiana Figueres, secretaria ejecutiva del convenio de cambio climático de la ONU. 



COSTES: ‘LIMAR’ EL CRECIMIENTO EL 0,06%. 
Los planes más ambiciosos para minimizar o ralentizar el cambio climático supondrían podar ligeramente el crecimiento económico previsto (consumo de bienes y servicios). La economía crecerá (vaticinan) entre un 1,6% y un 3% anual, mientras que las acciones de mitigación limarían el crecimiento en 0,06 puntos porcentuales. Aquí no se consideran los beneficios por el menor calentamiento o la menor factura sanitaria relacionada con la contaminación del aire. Edenhofer insistió en que los países disponen de diversas combinaciones de soluciones para mantener los límites fijados de aumento de temperatura en dos grados. 



LAS RENOVABLES, UN DESARROLLO A GRAN ESCALA. 
El dióxido de carbono procedente de los combustibles fósiles y la industria aportó el 78% de los incrementos de gases entre 1970 y el 2010 (que ha crecido un 80%). Por eso, sin esfuerzos extra para reducir estas emisiones, las temperaturas van camino de subir en torno a los cuatro grados para el 2100 con relación a las de la época preindustrial. Los objetivos marcados suponen que hay que triplicar e incluso, cuadruplicar la proporción de las energías bajas en carbono para el 2050 (las renovables, nuclear y térmicas de combustibles fósiles con sistemas de captura y almacenamiento de los gases en el subsuelo). Las energías renovables (como la eólica o la solar) ya pueden desarrollarse a gran escala. Deben reducirse las subvenciones a las tecnologías que emiten gases de efecto invernadero (lo que a su vez redundará en una mejora de la calidad del aire). 



MÁS INVERSIONES LIMPIAS, Y MENOS SUCIAS. 
También (para mantener a raya el aumento de temperaturas en un máximo de dos grados), las proyecciones del IPCC indican que las inversiones en combustibles fósiles para producir electricidad deberían caer en unos 21.600 millones de euros anuales hasta el 2029, mientras que las inversiones en energías bajas en carbono deberían subir en unos 106.000 euros al año. 



AHORRO Y EFICIENCIA ENERGÉTICA, CLAVE. 
Son también necesarias reformas instituciones y legales como «modificar los patrones y conductas» para facilitar el ahorro de energía, declaró Ramon Pichs-Madruga, otro de los copresidentes del grupo de trabajo. «Reducir el uso de energía nos da más flexibilidad para poder elegir las tecnologías energéticas que emitan bajos niveles de carbono», agregó Pichs-Madruga en una conferencia de prensa que se pudo seguir por internet. La descarbonización debe afectar a industrias, edificaciones y transportes; y tiene que mejorar mucho la intensidad energética (consumo de energía con relación al PIB). 



CULTIVOS ENERGÉTICOS, BOSQUES. 
Una de las estrategias para no depender de los combustibles fósiles es la quema de madera, cosechas o restos vegetales para producir electricidad, siempre y cuando se acompañe de sistemas para capturar los gases y enterrarlos en el subsuelo. Estas tecnologías, aún experimentales, ofrecen como ventaja que podrían reducir el carbono que se mueve en la atmósfera en el ciclo natural de la vida de las plantas. El inconveniente es que se requerirían grandes extensiones para que crezca la biomasa en detrimento de cultivos para cosechas alimentarias y, además, podrían causar subidas en los precios de los alimentos. Métodos más simples son plantar árboles mientras se sigue ralentizando la deforestación. 



LA NUCLEAR ESTÁ MADURA PERO TIENE RIESGOS. 
La nuclear es una fuente de producción eléctrica baja en carbón «madura», pero «su participación en la generación eléctrica ha ido en declive (desde 1993)», dice el informe. Podrían desempeñar «una contribución creciente al abastecimiento energético bajo en carbono pero existe una variedad de barreras y riesgos», dice el informe, que los concreta: riesgo en la minería de uranio, riesgos regulatorios y financieros, maneja de residuos por resolver, preocupación por la proliferación de armas nucleares, rechazo de la opinión pública… 



UNA MANERA DIFERENTE DE MOVERSE. 
Vehículos y modos de transporte más eficientes podrían reducir la demanda de energía hasta un 40% para el 2050 con relación a lo previsto. Un planeamiento urbano integral, sistemas avanzados de orientación del tráfico, ciudades compactas, apoyo al ciclista y al peatón y nuevos sistemas de trenes de alta velocidad que reduzcan demanda de energía son otras propuestas. El transporte aporta el 27% del uso de la energía final en el 2010. 



CIUDADES CON OTRA PLANIFICACIÓN. 
Los dos próximos decenios serán determinantes para reducir los gases invernadero en las áreas urbanas, que concentran el 70% del consumo de energía, y en donde continuarán la construcción de edificaciones e infraestructuras. Muchas ciudades dicen que aplican planes de acción contra el cambio climático, pero estas actuaciones son inciertas y no están bien evaluadas para saber su efectividad real.

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