Es perfectamente exacto que el viento sopla con más fuerza en las cumbres de las montañas que en sus faldas, y los aficionados a los escalamientos aseguran que, al paso que se elevan, crece la intensidad del viento.
A partir de la altura de 6.000 metros sobre el nivel del mar, se suelen encontrar vientos tremendos, y se ha comprobado que estos vientos son constantes en duración y dirección.
Las personas que se remontan en globo a grandes alturas, no encuentran estos vendavales de que hablan los alpinistas; pero esto se debe a que los globos se mueven con el viento, y por eso no lo advierten sus tripulantes, pues a semejantes alturas no es posible apreciar si el globo se traslada.
La explicación de este fenómeno es que, como la Tierra se mueve y sus diferentes partes son calentadas unas después de otras por el Sol, y a causa también de su propio movimiento, el aire, a una considerable distancia por encima de nuestras cabezas, se halla en movimiento constante, engendrando fuertes vientos.
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